03 agosto, 2012

Autorretrato con collar de espinas. Frida Kahlo.


Durante el verano de 1939, Frida Kahlo y Diego Rivera se separan y ella se instala en la Casa Azul, en Coyoacán. En el otoño siguiente, la pintora padece una infección en las manos y experimenta agudos dolores de columna, como otras tantas veces en su vida. Tiene tan sólo 32 años.
En 1940 pinta este cuadro, que se llama "Autorretrato con collar de espinas". Aquí Frida se hace a sí misma de frente. Lleva una corona de espinas a modo de collar. Las espinas se hunden en su cuello, reflejando el dolor ocasionado por su reciente divorcio. Colgando del collar hay un colibrí muerto, cuyas alas extendidas imitan las cejas de Frida. En el folklore mexicano, los colibríes muertos son usados como amuletos para invocar la llegada de un nuevo amor.
Sobre su hombro izquierdo, un gato negro, símbolo de mala suerte. El gato está esperando saltar sobre el colibrí. En el hombro derecho, se encuentra su mono, regalo de Diego. Alrededor del pelo, las mariposas representan la resurrección. De fondo, un muro de plantas tropicales.

Frida había pintado anteriormente otro autorretrato con intenciones de regalárselo a su amante de entonces, el fotógrafo húngaro Nickolas Murray. Pero después de su separación, tuvo que vender ese cuadro para poder pagar a los abogados que le hicieron la gestión de divorcio. Para reemplazar el regalo de Murray, se pintó nuevamente.

En palabras de ella: "pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco".

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